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Coronavirus en Nicaragua: Genocidio viral
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Nicaragua enfrenta la pandemia con un régimen criminal secuestrando el Estado. A los más de 500 asesinados por Ortega y Murillo desde abril 2018,... Coronavirus en Nicaragua: Genocidio viral

Coronavirus en Nicaragua: genocidio viral

Nicaragua se enfrenta a dos crisis sin precedentes: desde abril de 2018 el Pueblo nicaragüense lucha contra la tiranía de Ortega-Murillo, la más sangrienta del continente; al mismo tiempo, hoy el Pueblo también se enfrenta a la pandemia, un virus que ya ha empezado a causar estragos en la población, y por lo cual el duo Ortega-Murillo, también podrán ser acusados por genocidio.

Los sapos en el Imperio

Nicaragua hoy forma parte del eje del mal de América latina, sino que su tiranía es la más criminal del continente, más criminal que el régimen de Maduro y Cabello en Venezuela, y tan criminal como el régimen castrista cubano. Afirmar esto tiene mucho sustento, la tiranía de Daniel Ortega y su concubina, Rosario Murillo, autonombrada “vicepresidenta”, no sólo ha cometido y comete crímenes horrendos de lesa humanidad, sino que ahora también comete genocidio viral contra el noble Pueblo nicaragüense, algo que ni siquiera Cuba y Venezuela están haciendo, a pesar de contar con regímenes corruptos y tiránicos también.

La gran ramera de Nicaragua

De acuerdo con la investigación independiente del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI), conformado por la Organización de Estados Americanos (OEA), el actual gobierno (tiranía), cometió crímenes de lesa humanidad en 2018, al armar escuadrones de la muerte para reprimir, torturar, matar y desaparecer a más de 300 personas durante el estallido social de abril 2018. Pero los números no quedaron ahí, de acuerdo con organismos de derechos humanos como la ANPDH, los muertos superan los 500 y hay decenas de desaparecidos, heridos y torturados por las bandas criminales dirigidas por Ortega-Murillo y sus criminales.

Desde que se dio el primer caso “reconocido” el 18 de marzo, hasta hoy, Nicaragua se enfrenta sola a una pandemia que cada día deja miles de muertos en todo el Mundo, no hay gobierno ni autoridad que haya tomado ninguna precaución, tampoco hay un plan para enfrentar o mitigar la pandemia, por el contrario, Rosario Murilo la concubina de Ortega, sancionada por Estados Unidos por ser la Jefa de los escuadrones de la muerte paramilitares, en uno de sus tantos planes siniestros, apostó por propagar el virus y ha evitado a toda costa:

  • Decretar cuarentena o confinamiento
  • Promover trabajo desde casa
  • Suspensión de clases en colegios y universidades públicas
  • Cerrar fronteras
  • Promover el distanciamiento social
  • Cancelar actividades masivas

Mientras Ortega y Murillo han robado miles de millones de dólares fruto de los acuerdos petroleros con Venezuela, y del erario nicaragüense como resultado de la monopolización de la importación y distribución del combustible y la energía eléctrica, el sistema de salud nicaragüense es de los más pobres, negligentes y precarios del Continente americano.

El Hospital Alemán, epicentro de la mortandad por COVID-19 en Managua, apenas cuenta con 50 respiradores hoy, los cuáles han sido enviados desde otros hospitales públicos. La población hoy enfrenta una pandemia con un sistema mediocre, corrupto y totalmente politizado, dominado por los criminales Sonia Castro y Gustavo Porras Cortés, jefe de los paramilitares de León durante la rebelión de Abril 2018.

Tiranía Ortega-Murillo hace marcha para "recibir" al coronavirus

Amor en tiempos de coronavirus, marcha a la que obligaron a asistir a los trabajadores del Estado

A raíz de la rebelión de abril, el sistema de salud nicaragüense perdió a muchos profesionales de la salud con experiencia y prestigio, algunos renunciaron para no ser cómplices de los crímenes de la tiranía, cuando utilizó ambulancias para trasladar paramilitares y armas, le negó atención a víctimas de la represión orteguista, cambió autopsias de los muchachos asesinados, entre otros crímenes deleznables.

Otros buenos profesionales fueron despedidos del sistema de salud, y dos años después en medio de la pandemia, la tiranía continuó despidiendo al personal de salud capacitado, como es el caso de la Doctora Talavera, especialista oncóloga del Hospital Bertha Calderón.

Zoilamérica: Nadie quisiera tener a una asesina como la mujer que te dio la vida

Tiranía con plan de contagio

Según un documento presentado por la tiranía a la OMS, el MINSA orteguista contagie a 32500 personas y mate a 813 enfermos. Más o menos 8125 personas parecerían “males graves” pero según proyecta ese mismo documento, el 90% de estos pacientes delicados sobreviviría.

Desde el 18 de marzo cuando la tiranía de Ortega y su mujer anunciaron el primer supuesto caso de COVID en el país, nunca se ha ni una sola medida para enfrentar la pandemia, salvo una “campaña” de lavado de manos impulsada por Murillo en los medios del Estado y los de su propiedad, comprados con el dinero malversado del petróleo venezolano.

Aparte de eso, la tiranía de Nicaragua solamente ha promovido “visitas casa a casa” de personal del MINSA junto a paramilitares, además de promover “jornadas de vacunación” contra la neumonía, algo que en opinión de expertos, no sirve de nada ante la emergencia sanitaria por el COVID pues las vacunas que pregonan están destinadas a contrarrestar el neumococo, una bacteria que produce neumonía.

Entierros nocturnos se multiplican en Nicaragua.

El MINSA de la tiranía ordena enterrar en la noche o madrugada a los fallecidos, sin permitir ver a sus deudos y a veces sin familiares.

El plan contagio de Murillo incluyó promover actividades y concentraciones masivas, incluyendo marchas en las que obligó a todos los empleados del Estado a asistir, mientras ella y el tirano se quedaban resguardados en su búnker de El Carmen. La maldad de Murillo y Ortega llegó al punto de prohibir a los trabajadores de  la salud usar mascarillas, so pena de despidos o retiros de licencias médicas.

Contrariando todas las medidas tomadas por los gobiernos democráticos en el Mundo, e incluso las acciones tomadas por los regímenes cubano y venezolano, la tiranía llegó a promover una marcha por “el amor en tiempos de coronavirus”, y recibió con bombos y platillos cruceros en las costas del pacífico.

Apostó al contagio inicial con varios propósitos funestos, el primero era aplacar la efervescencia de la crisis socio-política iniciada en 2018 que recién cumplió dos años en abril de este año, algo que no ha podido lograr.

Miles lloran a sus familiares muertos por Coronavirus en Nicaragua

Una familia llora a su familiar después que el MINSA ordenara entierro express, la táctica para tratar de ocultar los casos.

El segundo propósito era lograr el levantamiento de sanciones internacionales generadas por sus masivas violaciones a los derechos humanos contra el Pueblo de Nicaragua, y de paso obtener recursos millonarios de la Comunidad Internacional para llenar las arcas del Estado de recursos frescos de los cuales adolece el técnicamente quebrado Estado de Nicaragua.

El cálculo de Murillo y Ortega les falló, apostaron a diseminar el virus para recibir donaciones y préstamos a manos llenas, creyeron que les lloverían recursos frescos.

La tiranía planeó utilizar la pandemia para recibir dinero a manos llenas, quizá como cuando el dictador Anastasio Somoza se robó la millonaria ayuda recibida por el terremoto de 1972; o como cuando en los años 80 los sandinistas despilfarraron la generosa ayuda de la comunidad internacional convirtiendo la revolución en un fracaso.

Talvez asesorados por Arnoldo Alemán, su viejo socio confiable, quién sabe muy bien como malversar donaciones y préstamos, como cuando malversó los recursos recibidos por el Huracán Mitch. Pero la estrategia de Ortega y Murillo fracasó, la tiranía está hoy, en medio de la pandemia, más sancionada, desprestigiada, acusada de crímenes de lesa humanidad y hoy acusada de genicidio viral.

Y es que Ortega y su mujer se han mantenido a costa de explorar a las clases menos privilegiadas, Ortega y Murillo se han presentado siempre como desclasados, y paradógicamente también son clasistas, desprecian a los campesinos, estudiantes y los estratos más pobres de la sociedad.

Ortega jamás se sienta con los sindicatos o agrupaciones sociales, jamás se reune, pero le encantaba codearse con los ricos, los millonarios, los burgueses y oligarcas de viejo cuño, al resto de Pueblo lo desprecia. Por eso cuando la rebelión de abril empezó, llamó a pactar con los grandes capitalistas, rogó a Estados Unidos negociar e incluso les pidió hablar con Donald Trump, pero sus intentos fueron en vano.

Desde que llegó al poder se encargó de establecer alianzas con los que tenían el poder económico, se interesó en armar un “modelo” de diálogo y consenso” con los ricos y millonarios en detrimento de la clase media, subió los impuestos los pobres y la clase media y los bajó o eliminó a los grandes grupos económicos.

Así la tiranía demolió el raquítico Estado de derecho que quedaba en Nicaragua, acaparó todas las instituciones y acabó con la endeble democracia nicaragüense con la complicidad del gran empresariado que volteó la cara hacia otro lado por una década.

Es hasta hoy, cuando la gran alianza entre los capitales tradicionales y los nuevos capitales orteguistas surgidos a la sombra de la tiranía está irremediablemente rota, cuando Ortega y Murillo han atacado a la empresa privada e impuesto salvajes reformas fiscales que a la larga afectan directamente al Pueblo pues los elevados costos de producción y comercialización son trasladados finalmente al precio de los productos.

Genocidio viral

Muchas personas empezaron a caer desmayadas o muertas en la calle en diferentes lugares de Nicaragua, desde antes que falleciera el estilista Ossiel Herrera, la primera supuesta víctima reconocida por la tiranía. Otras tantas han fallecido de “neumonía atípica”, uno de los disfraces con los que la tiranía pretendía ocultar el virus.

A diario mueren decenas de personas en todo el país por causa del nuevo coronavirus, pero la tiranía le ordenó a todo el sistema de salud ocultar los muertos y cambiar las actas de defunción y epicrisis, así que el horror se ha apoderado del desastroso sistema de salud, las actas de defunción anuncian: “neumonía atípica”, “infarto”, “asma”, “complicaciones por diábetes”, “hipertensión”, menos coronavirus.

El crimen viral es tal, que incluso prohibieron a los hospitales y laboratorios privados realizar pruebas de COVID-19, el Gobierno de Taiwán, la Organización Paramericana de la Salud  y el BCIE le han donado a Nicaragua insumos y equipos para combatir la pandemia, incluyendo 26,000 pruebas rápidas detección donadas por el BCIE, de las cuáles el MINSA orteguista ordenó a los hospitales solamente hacer 50 por día.

Se estima que la tiranía ha recibido en donaciones de equipos y materiales para la emergencia más de 50 millones de dólares, incluyendo 11 millones de dólares de un préstamo ya aprobado y que serian “reorientados” al MINSA.

Todos los gobiernos de Centroamérica han recibidos millonarios recursos para enfrentar la pandemia, menos Nicaragua, todos los gobiernos democráticos están rindiendo cuentas de los recursos recibidos y de las pruebas realizadas, menos la tiranía de Nicaragua.

Relato de un sobreviviente de abril

Orteguismo, sinónimo de muerte

Ortega y su mujer odian al Pueblo porque el pueblo los detesta, hasta cierto punto Murillo, la sociópata vicetirana, veía a la pandemia como una “venganza” contra el Pueblo azul y blanco que llamó desde el principio a la autocuarentena, politizó la pandemia porque veía en ella otro golpe duro para sus ansias de perpetuarse en el poder, le temía a la cuarentena y al paro ciudadano.

La perversidad e ignorancia de Murillo, le hicieron creer que podía dominar la pandemia y dirigirla como arma política, sin embargo, de nuevo fracasó. Muchos de sus raquíticos simpatizantes han caído enfermos por el virus, varias instituciones tienen ya casos sospechosos a los cuáles han enviado de vacaciones o aislamiento, algunos ya han fallecido otros están internados o intubados, tal es el caso de Orlando Noguera, el alcalde paramilitar de Masaya y Edwin Castro, el sempiterno diputado vividor, jefe de la bancada orteguista de la Asamblea y fiel a Ortega.

Los crímenes de Ortega y Murillo también les está pasando factura a sus cada vez menos seguidores, en círculos de sus militantes se ha empezado a esparcir la inconformidad con el manejo de la pandemia, algunos han tildado a su “comandante” hasta de traidor. Otros se han atrevido a denunciar muertes por COVID públicamente y han decidido tomar sus propias precauciones. Hay incluso un caso en el que un militante denunció públicamente en el Diario La Prensa el actuar criminal de Ortega y Murillo frente a la pandemia.

Medardo Mairena denuncia: A un campesino lo cortaron en pedazos.

Los instintos genocidas y los críminales de Ortega, Murillo y sus esbirros no son nuevos, han asesinado campesinos opositores y a enemigos políticos, de 2018 hasta la fecha han asesinado a más de 500 nicaragüenses. Ortega ha traicionado a todos sus amigos desde los años 70, incluso a quién le salvó la vida en sus años de juventud cuando de manera oportunista se involucró contra Somoza sin nunca combatir. Rosario Murillo permitió que confiscaran a su propio padre, quién murió decepcionado de la que fue su hija consentida, asistió con desdén al sepelio de su madre, permitió que violaran a su hija y luego la amenazó. Que le haría pensar a alguien en su sano juicio que una pareja de delincuentes estaría interesada en la vida y salud de los nicaragüenses?

Los pocos militantes que les quedan a Ortega y Murillo no debieron esperar hasta ser afectados por el terrible virus para abrir los ojos y darse cuenta de lo criminal que es la pareja tirana de Nicaragua. Un mínimo de sensibilidad social, valores y humanismo es suficiente para reconocer el sufrimiento y los crímenes abominables que han cometido y continúan cometiendo los Ortega Murillo en contra de Nicaragua, mientras descansan escondidos en su búnker con miles de millones de dólares robados, sobre la sangre, la pobreza y el atraso de 6 millones de nicaragüenses.

Pero aún no es demasiado tarde, la poca militancia que aún sigue a Ortega puede enmendar el error de continuar apoyando a una mafia criminal y terrorista que sólo se preocupa por conservar su poder y privilegios a sangre y fuego hasta las últimas consecuencias. Su caída es inminente, no solamente les vienen más sanciones sino otras acciones de la Comunidad Internacional, y en Nicaragua el Pueblo organizado, hastiado de tantos crímenes, miseria y corrupción, continúa en resistencia. Si se hundirán con Ortega y Murillo está por verse, lo que está claro es que la pandemia les está pasando factura.

Ortega y Murillo no cuentan con apoyo popular y ante la mortandad que promueven sus esperanzas de perpetuarse se esfumaron. Deberán responder por este genocidio también.

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