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Los jueces, hombres y mujeres, como tú y como yo, con nombres y apellidos, y quizás vaya siendo hora de decir esos nombres y... Togas sin alma

Por Denis Silva García

¿Cuánto vale cada día que se priva de libertad a un hombre o una mujer inocente? ¿Cuánto vale cada día que un niño es privado del contacto con sus padres y cuánto vale que nuestras madres benditas griten en el portón del chipote clamando por saber de sus hijas e hijas? Sinceramente, creo que no tiene precio.

Lo cierto es que estamos acostumbrados a escuchar o leer todo tipo de críticas sobre la Justicia, pero la Justicia NO comete errores, los que cometen «errores» son los encargados de impartir justicia, los jueces, hombres y mujeres, como tú y como yo, con nombres y apellidos, y quizás vaya siendo hora de decir esos nombres y apellidos en voz alta y sin temor de decirles verdugos orteguistas, para que, aunque sus «errores» queden impunes, no queden ocultos. Y ser valientes al nombrarlos.

Pero los errores que cometen los jueces tienen repercusiones extremadamente graves y, la mayoría de las veces, se podrían haber evitado, los jueces cometen «errores», pero no todos, por lo tanto, que no paguen justos por pecadores. No estoy en contra de la Justicia, es necesaria; no estoy en contra de los jueces, son necesarios. Pero sí estoy en contra de aquellos que, teniendo encomendada una labor, en mi opinión, «sagrada», unas veces por incapacidad manifiesta, otras por dejadez, o por una orientación partidaria; Daniel Ortega no es el dueño de la justicia en Nicaragua.

jueza

Doctor Julio Montenegro, defensor de Derechos Humanos, a su derecha Ruth Cardoza Jueza orteguista

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Muchos jueces no hacen lo que tienen que hacer: Administrar Justicia basados en hechos reales y con pruebas tangibles y no en suposiciones intangibles. El poder judicial nicaragüense no ha sido ajeno a las circunstancias políticas e históricas del país, ha tenido como principal consecuencia el mantenimiento de los tradicionales niveles de politización dentro de sus estructuras. La situación actual del poder judicial nicaragüense, es el pacto. Hay una Ley que regula el quehacer de los judiciales: la Ley de Carrera Judicial o Ley 501. En el artículo 9 de esa Ley se establece que los funcionarios judiciales serán escogidos mediante un concurso, además de cumplir con otros requisitos de la Constitución Política y de la misma Ley 501.

En cualquier profesión, los errores se pagan. En la digna profesión de Juez, los errores arruinan vidas: vidas de inocentes, vidas de trabajadores, vidas de padres, de madres y, sobre todo, de niños. Pero lo que es más grave, es que aquí los que cometen esos errores rara vez los pagan, más bien, todo lo contrario, desde su estrado son inmunes a todo, incluso a sus propios errores. Las leyes pueden ser injustas, pero los encargados de aplicarlas no.

Son muchas las resoluciones judiciales en las que vemos que se le da la vuelta a la ley para conseguir resultados que nada tienen que ver ni con el espíritu de la ley ni con su tenor literal. Pues bien, Señorías, den la vuelta a la ley para conseguir resultados justos; hagan que la sociedad se pueda sentir orgullosa de la Justicia y de los jueces como encargados de administrarla; les garantizo que el esfuerzo vale la pena.

presos politicos

Presos políticos enfrentando los juicios inventados por la tiranía orteguista. En primera fila el valiente estudiante Edwin Carcache.

En mi opinión, un juez es un servidor público, y precisamente su quehacer diario debe estar inspirado por esa vocación de servicio a la sociedad a la que debe servir, sin embargo, muchos parecen haber olvidado algo tan elemental. Igualmente, un juez no debe olvidar nunca que, como establece nuestra Carta Magna, la Justicia emana del pueblo. Usen sus togas para reivindicar derechos, pero derechos de todos. No olviden que la toga no es un mero atuendo, sino que es la imagen en la que la sociedad deposita su confianza, y que la toga necesita un alma y un corazón, no pudiendo haber togas sin alma y mucho menos sin corazón, porque entonces son togas desalmadas, y de una toga desalmada nunca, absolutamente nunca, se puede esperar justicia.

Y si no podemos esperar justicia de ustedes, ¿qué vamos a esperar? ¿De quién la vamos a esperar? Los jueces son parte de la sociedad, pero una parte privilegiada. Señorías, hagan valer sus privilegios, pero en favor de los más débiles y en contra de la injusticia y la dictadura orteguista, yo conozco su calidad humana. Tienen hijos como yo y el mejor legado es nuestra “dignidad”. Nuestro pueblo les pedirá cuenta por sus errores, la vida no es estática aquí viene un cambio muy pronto, porque Nicaragua esta hecha para la libertad.

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madre en chipote

Una madre llora en el portón del centro de torturas orteguista el Chipote

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